Era primavera cuando todos los niños corrían y salían a jugar. Un día, como todos los demás, Dalia, la mamá de Sebastián había salido a ver su invernadero, aquel que cuidaba tanto, se consideraba amante de la naturaleza, protegía cada pétalo de las flores.
Fue increíble como una tarde dentro del invernadero, mientras regaba las plantas y flores, encontró un abejita la cuál estaba indefensa y un poco asustada al ver a la mamá ya que lo primero que pensó fue que la mataría, ¡pero no! ya que era amante de la naturaleza, sin esperarse Dalia se acercó y observó lo bella que era, cada detalle que tenía, sus alas, sus antenas, sus patitas, su aguijón, todo, absolutamente todo. Imaginando lo impresionante que era la naturaleza, como todo lo que había dentro de ella y por supuesto hecha por ella era realmente magnífico. Sin más continúo cuidando todo lo que se encontraba en el invernadero y había quedado con una sonrisa en la cara después de sentir tanta satisfacción y estar agradecida con la naturaleza por todo lo que nos brindaba.
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